El nuevo
victimismo de la derecha.
Hace a penas dos meses
algunos asistíamos impertérritos al espectáculo mediático de la oposición
venezolana y a la consiguiente impugnación del proceso electoral venezolano de
abril de este año dos mil trece.
Cabe realizar algunos apuntes sobre este caso particular que nos llevarán al tema central de este artículo: el victimismo sistematico con el que se está presentando esta nueva derecha ante sus votantes.
Cabe realizar algunos apuntes sobre este caso particular que nos llevarán al tema central de este artículo: el victimismo sistematico con el que se está presentando esta nueva derecha ante sus votantes.
Asistíamos a un
espectáculo descorazonador en Venezuela, digo, porque el mismo Capriles se tomó
su tiempo hasta que se impugnó desde el partido y desde su persona el proceso
electoral del catorce de abril. En ese lapso de tiempo que comprende desde el
conocimiento de los resultados electorales hasta la presentación de la
impugnación oficial ante los organismos electorales pertinentes pasó más de una
semana. ¿Qué sucesos ocurrieron en esta semana? Muchos ya los conocemos, los
votantes de derecha venezolanos salieron a las calles pidiendo justicia e
implicando directamente al partido en el Gobierno como a los organismos
electorales ratificados por el pueblo en un proceso de fraude electoral.
Es conveniente reflexionar en frío acerca de estas acusaciones, las cuales considero rotundamente falsas y faltas de pruebas. Las acusaciones fueron en su gran mayoría particulares y casi nunca por una vía oficial. Se puede decir, hablando en plata, que Capriles usó a la masa electoral que lo respalda para lanzar, a través de las redes sociales y de las televisiones y radios privadas venezolanas, la sombra de la acusación.
Ahora bien, tan legítimo es la participación democrática como el cuestionamiento de los resultados de ésta, pero hay que matizar el hecho diferenciador: una acusación para impugnar un proceso electoral siempre debe estar respaldado por datos y por pruebas fehacientes que, al menos, permitan a los organismos oficiales sospechar de un “pucherazo”.
Las pruebas presentadas
por Capriles, su partido y sus votantes fueron unas controvertidas fotografías
en las que se presentan cajas de cartón presuntamente repletas de papeletas de
voto electoral siendo quemadas y destruídas. Hasta
aquí, nada falso, las cajas presentadas en la fotografía mostrada más arriba
están, en efecto, repletas de votos y están efectivamente (y obviamente) siendo
quemadas. ¿Dónde reside la falsedad de la acusación por lo tanto?
La Ley Orgánica de Procesos Electorales de la República Bolivariana de Venezuela establece lo siguiente:
Artículo
168: El material electoral no utilizado y el material electoral
deshechable será remitido a las Oficinas Regionales Electorales para su
contabilización y clasificación.
Contabilizado y clasificado el material, las Oficinas Regionales Electorales remitirán al Consejo Nacional Electoral el material que pudiera ser reutilizado en otros procesos electorales. El resto de material, tanto el no utilizado como el deshechable deberá ser objeto de destrucción en la misma oportunidad en que se ordene la del material electoral utilizado en las elecciones, de conformidad con lo establecido en la presente Ley y en su Reglamento.
Contabilizado y clasificado el material, las Oficinas Regionales Electorales remitirán al Consejo Nacional Electoral el material que pudiera ser reutilizado en otros procesos electorales. El resto de material, tanto el no utilizado como el deshechable deberá ser objeto de destrucción en la misma oportunidad en que se ordene la del material electoral utilizado en las elecciones, de conformidad con lo establecido en la presente Ley y en su Reglamento.
Artículo 169: El material electoral que no sea
objeto de impugnación administrativa o recurso judicial podrá ser objeto de
destrucción, después de transcurridos seis meses de la celebración de un
proceso electoral. (…)
Por lo
tanto, comprobamos que la LOPE contempla la destrucción del material electoral
transcurridos seis meses desde el momento del proceso electoral. Si indagamos
un poco más podemos comprobar que esas fotografías, atribuídas erróneamente al
presente año y al presente proceso electoral, corresponden al 12 de agosto de
2012 y al 19 de septiembre de 2010.
Desmentida
la acusación con hechos y pruebas (elemento principal que debe aportarse cuando
se realiza una denuncia, y más una de tal calibre) se procede, por parte de
Henrique Capriles y de la oposición venezolana, a lo que personalmente concibo
como “El nuevo victimismo de la derecha”.
Tradicionalmente (y esto no es novedad para cualquiera que conozca los libros de Historia) la derecha en el Siglo XX se había impuesto a la fuerza a través de regímenes militares como los de Francisco Franco, Oliveira Salazar, Augusto Pinochet y en el propio caso de Venezuela a Marcos Pérez Jiménez. Quiero subrayar el hecho de que lo expuesto aquí no es una opinión, no es un juicio de valor, es un hecho fácilmente contrastable y que todos los que deciden hablar de política y opinar en particular de las situaciones sociales latinoamericanas deben conocer.
Tradicionalmente (y esto no es novedad para cualquiera que conozca los libros de Historia) la derecha en el Siglo XX se había impuesto a la fuerza a través de regímenes militares como los de Francisco Franco, Oliveira Salazar, Augusto Pinochet y en el propio caso de Venezuela a Marcos Pérez Jiménez. Quiero subrayar el hecho de que lo expuesto aquí no es una opinión, no es un juicio de valor, es un hecho fácilmente contrastable y que todos los que deciden hablar de política y opinar en particular de las situaciones sociales latinoamericanas deben conocer.
Después
de los regímenes dictatoriales que controlaron América Latina durante la
segunda mitad de siglo, siendo éstos acabados y produciéndose la evolución
democrática de los países la derecha entra en el juego democrático asumiendo (a
priori) la posibilidad de no ganar y de no tener el control.
Es en
esta nueva situación social y política, en la que la derecha no ostenta el
poder de manera constante cuando se ha decidido pasar a esta política de
victimización que consiste tanto en la criminalización sistemática de cualquier
ideología que no esté próxima al régimen político existente (en el caso de
España nuestra manida Democracia) y la creación del concepto político de “norma
ideológica” que le atribuyen directamente a la izquierda política.
¿Realmente en qué consiste esta política mediática? En un simple y burdo intento de cambio de papeles sociales a los ojos del elector, Ciñéndonos exclusivamente al caso español vemos como el triunvirato de poderes (eclesiástico, político y económico) afines a la derecha se presentan a menudo como “perseguidos” o “incomprendidos”.
¿Realmente en qué consiste esta política mediática? En un simple y burdo intento de cambio de papeles sociales a los ojos del elector, Ciñéndonos exclusivamente al caso español vemos como el triunvirato de poderes (eclesiástico, político y económico) afines a la derecha se presentan a menudo como “perseguidos” o “incomprendidos”.
Podemos
hablar claramente de una manipulación informativa en la que la Iglesia Católica
se presenta como un colectivo castigado ideológicamente por los ciudadanos, sin
poder político, despojado de cualquier capacidad para influir en la sociedad y
en la legislación del país. La realidad no puede ser más diferente, si
atendemos únicamente al caso de la Iglesia comprobamos como el responsable de
la cartera ministerial de Educación, José Ignacio Wert, se ha reunido tanto en
público como en privado con altas instancias del clero, donde se sacaron a
colación temas pertinentes a la nueva Ley Orgánica de la Mejora de la Calidad
Educativa. Estas reuniones han desembocado en una nueva realidad en las
escuelas: la Religión tendrá más horas, será equiparable a materias
instrumentales y, por si fuera poco, contará para la media.
También
el Ministro de Justicia y el Ministro de Interior han tenido repetidos
contactos con las altas esferas del catolicismo español para la elaboración de
varios proyectos legislativos en los que la opinión de la Iglesia ha influido
sustancialmente, como por ejemplo en la problemática reforma de la Ley del
Aborto que se está llevando a cabo.
¿Qué
más se puede decir? Los hechos están expuestos, y la realidad es, en ocasiones,
odiosa. ¿Podemos hablar y afirmar que existe un “doble rasero” a la hora de
juzgar a nuestros políticos y a los elementos públicos de nuestra sociedad?
¿Podemos hablar de que esa vara de medir está completamente confeccionada por
la izquierda política e ideológica? A título personal me atrevería a decir:
rotundamente no.
Los poderes fácticos siguen concentrados en los mismos grupos sociales, que se consideran a sí mismos y se exponen ante la sociedad como verdaderos paladines de la libertad y de la democracia. Poderes que, además, reniegan completamente de cualquier manifestación de voluntad popular o de cualquier organización ciudadana externa al sistema orgánico del Estado. Es precisamente este Estado el que sigue siendo Coto privado de Caza para unos pocos y territorio comanche para la gran mayoría.
Los poderes fácticos siguen concentrados en los mismos grupos sociales, que se consideran a sí mismos y se exponen ante la sociedad como verdaderos paladines de la libertad y de la democracia. Poderes que, además, reniegan completamente de cualquier manifestación de voluntad popular o de cualquier organización ciudadana externa al sistema orgánico del Estado. Es precisamente este Estado el que sigue siendo Coto privado de Caza para unos pocos y territorio comanche para la gran mayoría.
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